viernes, 30 de agosto de 2013

curiosidades astronómicas

Lo que más choca cuando cambias de hemisferio es el cambio de estación. Unas pocas horas antes de subir al avión estábamos bañándonos en la piscina del piso de mis padres, y cuando aterrizamos en Santiago a las 7 de la mañana hora local me dí cuenta de que algo pasaba al mirar por la ventanilla y ver a los operarios del aeropuerto abrigados hasta las orejas y echando vaho por la boca. Cuando salimos del avión se confirmaron mis temores, era invierno.

De todos es sabido que el sol se mueve en una banda unos cuantos grados arriba y abajo del ecuador, concretamente 23º 27' delimitando lo que conocemos como trópicos. Pues bien, cuando estás por debajo del trópico de Capricornio lo que más choca es el recorrido que hace el sol por el cielo. Uno está acostumbrado a que cuando miras al norte, el sol pasa por tu espalda y tu sombra a mediodía señala hacia el norte. Pues bien, aquí ocurre al contrario. Si miras hacia el lejano norte, el sol a mediodía te churrusca la cara y tu sombra apunta directamente hacia el sur. Esto que parece una nimiedad tiene su importancia a la hora por ejemplo de buscar casa. Acá las casas soleadas son las que están orientadas hacia el norte, mientras que una casa orientada al sur está expuesta al frío y la humedad. Suerte que nos dimos cuenta de este detalle antes de elegir la nuestra.

Esto también se aplica a las laderas de las montañas. Las laderas norte son más soleadas y tienen una vegetación más xerófila, mientras que las laderas sur son más húmedas y en ellas encontramos vegetación más higrófila.

Otro de los aspectos sorprendentes, si no el que más, del cambio de hemisferio son las constelaciones nocturnas. Hasta hace cuatro días, el tiempo no me permitió contemplar el cielo nocturno, así que la primera noche en que el cielo se despejó por fin, salí emocionado con el Sky Map cargado en la tablet, ansioso por contemplar las constelaciones australes. La primera impresión es de asombro, la típica cuando contemplas un cielo estrellado, pero rápidamente te llega una sensación de desconcierto cuando no eres capaz de reconocer nada de lo que estás viendo y resulta imposible hilvanar las estrellas con los habituales trazos de las constelaciones. Al cabo de un rato te das cuenta de que sí reconoces algunas, pero están en una posición del cielo completamente diferente a la que tenían la última vez que las viste antes de subir al avión. Toda la bóveda celeste se ha corrido hacia el norte y las constelaciones que antes veías cómodamente cerca del horizonte sur, como Escorpio, ahora están sobre tu cabeza, y de ahí para abajo todas son nuevas. Rápidamente empiezo a escudriñar esta nueva parcela del cielo y empiezo a descubrir toda una fauna exótica: Lupus, Tucán, Grulla, Phoenix, Pez austral, Centaurus, y cómo no, la famosa Cruz del Sur, con ayuda de la cual puedo localizar el Polo Sur... ¡Por fin puedo ubicarme y saber exactamente hacia dónde está el Sur!



Saliendo del aeropuerto. Nótese la indumentaria.


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