Uno de los elementos que caracteriza a los países del Cono Sur es, obviamente, la carne. Acá en Chile se consume buena carne, de procedencia generalmente nacional, argentina, brasileña y uruguaya.
Cuando uno va al súper se da cuenta de hasta qué punto es importante por su protagonismo en los expositores. Lo que más llama la atención es el tipo de corte que hacen aquí, nada que ver ni en las formas ni en las denominaciones a los de allá, lo cual hace que comprar carne se convierta en un auténtico quebradero de cabeza si no tienes a alguien que te asesore. Es más, la carne la compras en piezas enteras con sus distintas denominaciones si es para parrilla, olla, horno, etc... Resulta curioso contemplar los tarugos de carne de varios kilos de peso envasados en los expositores listos para echar al carro de la compra.
Pero no se puede hablar de carne en Chile sin hacer mención del quincho. El quincho es una construcción de al menos igual calidad a la de la propia vivienda, que alberga la parrilla o barbacoa en la que se realizan los asados. Muchas veces también disponen de un horno.
Los asados consisten en cocinar en la parrilla o en el horno el trozaco de carne que echaste en el carro de la compra, pero generalmente van más allá y se convierten en una ocasión para reunir a amigos, familia, compañeros y allegados en torno al fuego y una carne de primera.
Nuestra casa, como no podía ser de otra manera, tiene quincho, y hoy precisamente nos ha tocado estrenarlo, y es que cuando vives acá es inevitable. Tarde o temprano te tocará organizar un asado en tu casa. Gracias a nuestros amigos chilenos Juanjo y Panchi hemos sido instruidos en el proceso de realización del asado y hemos disfrutado de una jornada entrañable en su compañía deleitándonos con un exquisito lomo veteado de casi 3 quilos de peso a la parrilla.
La verdad es que la carne estaba espectacular y seguro que a partir de ahora sabremos encontrar cualquier excusa para organizar un asado.
El quincho, con su parrilla y su horno.
La sección de carnes del supermercado.
El lomo veteado y unos chorizos para acompañar.
El lomo hecho medallones para el punto final.
Juanjo en plena faena.
Se me saltan las lágrimas.
Una jornada entrañable.
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